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La hepatitis es una enfermedad inflamatoria del hígado que no puede funcionar normalmente, lo que limita muchas funciones importantes. Puede ser aguda, es decir, el principio y el final están claramente definidos, o crónica, es decir, la enfermedad sigue desarrollándose con el tiempo y progresa lentamente.
Hepatitis A
Es el tipo de enfermedad hepática inflamatoria más contagiosa. Los síntomas incluyen náuseas, dolor de estómago, fatiga y coloración amarillenta de la piel. La principal causa de contagio de este tipo de hepatitis es el consumo de alimentos y agua poco seguros, contaminados con las heces o la sangre de la persona infectada.
Se aconseja descansar durante toda la enfermedad, sobre todo a los pacientes, llevar una dieta nutritiva, evitar completamente el alcohol y no tomar antieméticos ni eméticos solos.
Hepatitis B
Este tipo de hepatitis es grave porque puede convertirse en una enfermedad crónica que puede durar hasta seis meses, durante los cuales siempre existe el riesgo de insuficiencia hepática, cirrosis o cáncer de hígado. La principal causa de infección es el contacto directo con la sangre, el semen o las secreciones vaginales durante las relaciones sexuales con una persona infectada.
La intensidad de los síntomas puede variar de leve a grave, incluyendo síntomas como fatiga persistente, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, orina oscura, debilidad, dolor en las articulaciones, entre otros. El tratamiento se centra en mantener la salud mediante una buena nutrición y un estilo de vida saludable.
Hepatitis C
Está causada por el virus VHC y el tiempo de transmisión varía de una a varias semanas. Los primeros síntomas son el color amarillento de los ojos y la piel, la falta de apetito, la fiebre, las heces de color claro y la orina oscura, los dolores de estómago, entre otros.
El tratamiento incluye medicamentos antivirales.
Cuando la hepatitis es crónica, es probable que sea necesario un trasplante de hígado debido a las complicaciones de la enfermedad.